Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

II Macabeos 9, 12-17

12 Como ni él mismo podía soportar su propio hedor, decía: «Justo es
estar sumiso a Dios y que un mortal no pretenda igualarse a la divinidad.»

13 Pero aquel malvado rogaba al Soberano de quien ya no alcanzaría
misericordia, prometiendo

14 que declararía libre la ciudad santa, a la que se había dirigido antes
a toda prisa para arrasarla y transformarla en fosa común,

15 que equipararía con los atenienses a todos aquellos judíos que
había considerado dignos, no de una sepultura, sino de ser arrojados con sus
niños como pasto a las fieras;

16 que adornaría con los más bellos presentes el Templo Santo que
antes había saqueado; que devolvería multiplicados todos los
objetos


sagrados; que suministraría a sus propias expensas los fondos que se
gastaban en los sacrificios;

17 y, además, que se haría judío y recorrería todos los lugares
habitados para proclamar el poder de Dios.